sábado, 13 de mayo de 2017

con tacto

“no recuerdo exactamente cuando comencé a recordar ni para qué, por eso me es difícil determinar si antes no existía o si tan sólo la falta de un soporte de recuerdos se parece demasiado a la nada.

no sé si desapareceré tan súbitamente como aparecí, si tendré el tiempo para proponer una hipótesis viable que explique mi realidad, si encontraré una razón de porqué ahora soy capaz de recordar estos estímulos cuando antes no lo hacía.
quizás antes no había estímulos que me hicieran notar mi propia existencia, tal vez los recibía pero me eran imposibles de asimilar, probablemente en el futuro se acallen pero ya siendo consciente de mi mismo, siga rumiando por siempre estos pocos recuerdos que pude recolectar.

mi interacción con lo que sea que se encuentre ahí afuera la realizo a través de sensaciones que van desde presiones sutiles, suaves y continuas hasta golpes cortos, violentos y dolorosos que percibo en los límites del espacio que me imagino que ocupo.  a pesar de algunos sufrimientos esporádicos debo admitir que prefiero, aunque sea por ahora, la excentricidad de la existencia a la nada, al triunfo del tedio.

a veces intento expandirme pero choco con otras cosas que imagino que también están compitiendo por su lugar en este espacio.
creo que hay otros como yo pero que sin duda saben más, conocen más. ya sea por haber estado más tiempo aquí o por tratarse de seres que poseen un entendimiento superior, seres que son capaces de interpretarme aunque no me pueda comunicar con ellos.

no logro concebir como pueden conocer mis necesidades, mucho menos como hacen para saciarlas pero agradezco que estén presentes y les imploro sin palabras que no desaparezcan, que mi aislamiento no los aburra tanto como a mi, que me perdonen por mi imposibilidad de devolver cortesías.

me pregunto si ellos sufren estos mismos problemas, si tuvieron estos mismos pensamientos alguna vez, si sus recuerdos son tan recientes como los míos o recordarán su pasado por completo, si entienden lo que les está pasando.  
al mismo tiempo me respondo: si pueden entenderme mejor de lo que yo mismo nunca pude, ¿cómo entonces serían incapaces de entenderse a ellos mismos?

está pasando otra vez... ese dolor agudo muy dentro que me irrita, que hace que cada límite de mi espacio interior se agite y que me obliga a lanzar una plegaria muda implorando por su ayuda una vez más…”


la mujer percibió que algo no estaba bien, fue hasta el dormitorio y vio a su hijo postrado en la cama temblando, aquel mismo que había nacido 23 años atrás tan ciego como sordo.  se acercó hasta la cocina y mirando a la enfermera le dijo: "prepara la sopa querida, ya es la hora de la cena".