domingo, 27 de noviembre de 2011

la caída de laureano

la gravedad de una caída está directamente relacionada con los efectos de la gravedad durante la caída y sus consecuencias son más graves cuanto más grave es la edad del caído...
laureano, sin embargo, no tenía una edad tan grave cuando sufrió su caída pero fue sacudido por un golpe seco en la rodilla que le agudizó los pensamientos y le dejó un rótulo en la rótula con la forma de una carita feliz.  con el tiempo la rodilla fue perdiendo la sonrisa mientras laureano recuperaba la propia...
a partir de este golpe le surgió a laureano un reflejo condicionado que hizo que cada carita feliz que le enviaban en algún mensaje le recordara la molestia en la rodilla, un recuerdo tan patente que revivía aquel dolor en cada oportunidad y que fue empeorando con el tiempo... comenzó odiando las caritas felices y a medida que su edad se iba agravando terminó rechazando todo lo que de una manera o de otra se relacionaba con ellas, finalmente encontró una solución no del todo feliz pero acorde a sus necesidades.  pasó a hacerle la vida imposible a sus amigos y familiares, a ser una persona tan seria y adusta que nadie siquiera se animaba a mandarle un chiste, una gracia o una carita feliz conscientes de que recibirían a cambio una respuesta desagradable.
fue así como laureano se distanció de la gente que le podría llegar a brindar alegría a su vida para no sufrir tanto.
cuando ya era grande lo vi caminando por el barrio en bermudas, con su bastón solitario y rengueando de su pierna derecha... pero ya la gravedad de su edad era muy grande para que yo me animará a decirle que la sombra de la sonriente cicatriz se encontraba en la otra pierna...

sábado, 19 de noviembre de 2011

sobre el insomnio

con la notable preocupación de alguien que piensa que se olvidó cómo dormir, me revuelco en la cama tratando de encontrar la posición corporal que sea la llave para la cerradura de mi sueño...
con los ojos abiertos de par en par el único que parece no enterarse de mi cansancio es mi sueño que quizás esté tan cansado como yo y no tenga ganas de trabajar a estas horas de la noche... en este momento eterno envidio el silencio de la noche, el ronquido de los dormidos, la ignorancia de los que duermen sin saberse bendecidos...
el tic-tac de los relojes se rien de mi impaciencia y se burlan de mis esfuerzos por conciliar la proeza... son los recordatorios constantes y sonantes de mi fracaso para concretar la tarea más básica que puede realizar un ser humano... mientras tanto mi cabeza trata de encontrar un culpable razonable a esta situación y mi corazón incómodo se acelera planeando una venganza que le siente a esa razón...
me paro y le saco las pilas al reloj de la pared que con una última carcajada me recuerda que ya perdí la mitad de esta noche arrugando las sábanas, acomodando una almohada inacomodable y pateando la frazada lejos de mi alcance con el desprecio del que cree haber encontrado la causa de todos sus males...
mi último hilo de esperanza se desvanece con la primera claridad que atraviesa mi persiana... en ese momento en el que el cuarto comienza a teñirse insulto a la cama, insulto al dios de los sueños y al ángel de la mañana, insulto a mi cuerpo por no recordar el protocolo del sueño y a mi despertador por amenazarme con su alarma cuando ya estoy despierto...
a la mañana siguiente el primer inocente viene muy fresco y me dice "¡qué cara!"... yo le deseo dulces sueños tras comerse mi trompada...