sábado, 19 de noviembre de 2011

sobre el insomnio

con la notable preocupación de alguien que piensa que se olvidó cómo dormir, me revuelco en la cama tratando de encontrar la posición corporal que sea la llave para la cerradura de mi sueño...
con los ojos abiertos de par en par el único que parece no enterarse de mi cansancio es mi sueño que quizás esté tan cansado como yo y no tenga ganas de trabajar a estas horas de la noche... en este momento eterno envidio el silencio de la noche, el ronquido de los dormidos, la ignorancia de los que duermen sin saberse bendecidos...
el tic-tac de los relojes se rien de mi impaciencia y se burlan de mis esfuerzos por conciliar la proeza... son los recordatorios constantes y sonantes de mi fracaso para concretar la tarea más básica que puede realizar un ser humano... mientras tanto mi cabeza trata de encontrar un culpable razonable a esta situación y mi corazón incómodo se acelera planeando una venganza que le siente a esa razón...
me paro y le saco las pilas al reloj de la pared que con una última carcajada me recuerda que ya perdí la mitad de esta noche arrugando las sábanas, acomodando una almohada inacomodable y pateando la frazada lejos de mi alcance con el desprecio del que cree haber encontrado la causa de todos sus males...
mi último hilo de esperanza se desvanece con la primera claridad que atraviesa mi persiana... en ese momento en el que el cuarto comienza a teñirse insulto a la cama, insulto al dios de los sueños y al ángel de la mañana, insulto a mi cuerpo por no recordar el protocolo del sueño y a mi despertador por amenazarme con su alarma cuando ya estoy despierto...
a la mañana siguiente el primer inocente viene muy fresco y me dice "¡qué cara!"... yo le deseo dulces sueños tras comerse mi trompada...